sábado, 1 de agosto de 2009

AGAPE DE DESPEDIDA A MALVINA GOMEZ


El viernes 24 la Comisión Directiva se reunió para agasajar a nuestra ex secretaria la Sra. Malvina Gómez, quien en los últimos años ha trabajado con gran esfuerzo y dedicación por nuestra Asociación.
Queremos agradecerle todo lo que nos ha dado tanto en lo laboral como el cariño, la paciencia y la alegría que supo contagiarnos siempre.
Nuestro mayor reconocimiento y nuestro deseo de éxito en sus nuevas ocupaciones.













REFLEXIONES DE NUESTRO COLEGA ADRIAN MINC



Los guías debemos garantizar un servicio, atención y profesionalidad cuando desempeñamos nuestro trabajo.
La FEG (Federación Europea de Asociaciones de Guías), define al rol del Guía como: “orientar y guiar al visitante sobre el atractivo en cuestión, interpretando la cultura misma.”
Más allá de esta definición dada por la FEG, guiar implica hacer uso y despliegue de herramientas de la comunicación interpersonal.
No sólo a través de la palabra, cuando explicamos la historia, la arquitectura, o reflexionamos sobre un elemento, sino también con nuestro cuerpo estamos comunicando, transmitiendo sensaciones y contribuyendo a la interpretación del turista de aquello que estamos mostrando. Por eso, el arte de guiar implica la integración de todas las formas de comunicación que los seres humanos podemos utilizar y desplegar cuando estamos frente a un turista. Todo aquello que va a destacar, realzar y darle valor al elemento en cuestión.
Pero para eso, a la hora de referirnos a un lugar, un monumento, un sitio que forma parte de nuestro patrimonio, es importante ante todo nuestra previa valorización, respeto por los mismos y ser un aporte a la construcción de una imagen.
Ese es quizá uno de nuestros desafíos, cuando trabajamos con turistas de diversa procedencia: la contribución a una imagen del lugar, sus manifestaciones culturales, su espíritu local.
Somos a través de nuestra presencia, nuestra voz, nuestro discurso, nuestra energía, los exponentes del alma de un sitio, de su permanencia en la memoria, de su relevancia en la cultura de un pueblo. Aquello que seguramente quedará latente en el recuerdo de los visitantes.
Todo eso me honra y me enorgullece, cuando reflexiono sobre esta profesión que elegí, la responsabilidad que conlleva y el respeto que se merece de parte de todos los que conforman el sector turístico.

EL ORFEBRE JUAN CARLOS PALLAROLS CINCELARÁ EL ESCUDO DE LA CIUDAD



El maestro y reconocido orfebre Juan Carlos Pallarols cincelará el Escudo de la Ciudad en la 123º Exposición de Ganadería, Agricultura e Industria, que se realizará desde el jueves 23 de julio y hasta el próximo 4 de agosto en el predio de la Rural.
La obra integra el programa impulsado por la Unidad de Proyectos Especiales “Puertas del Bicentenario”, del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por la conmemoración de los 200 años de la Revolución de Mayo de 1810.
El reconocido orfebre comenzó a trabajar el Escudo con la colaboración de distintos vecinos que ya han participado de la propuesta y se han acercado a cincelar la lámina de plata. La obra será el resultado de la construcción colectiva de todos los ciudadanos, y una vez finalizado será emplazado en un lugar estratégico y simbólico de Buenos Aires, y estará acompañado por una declaración de principios para el tricentenario.
Es importante destacar que Pallarols realizó piezas para diferentes personalidades, desde presidentes hasta reyes.
En la muestra ganadera, todos los asistentes podrán acercarse al stand de Pallarols para ser parte de la construcción del Escudo de la Ciudad.
Para conocer más sobre el trabajo de Pallarols se puede visitar: http://www.pallarols.com.ar/

EL BARRIO CHINO YA TIENE UN ARCO DE INGRESO



Se trata de una donación simbólica de un arco de ingreso de 11 metros de alto y 8 de largo, emplazado sobre la calle Juramento en la esquina con Arribeños, a la altura del acceso al barrio chino en el barrio de Belgrano.
Es un obsequio que simboliza la amistad y la gratitud por el buen recibimiento que le dio la Ciudad a la comunidad china.
La donación fue realizada por la entidad Asociación Unificación Pacífica China en Argentina y consiste en una obra que representa las tradiciones de la cultura milenaria de la nación asiática. Fue diseñado con una estructura de mármol a la vista y tiene tres niveles de tejas, una columna de cemento y dos leones de piedra tallada.
Es un arco que identifica el ingreso al barrio chino en las ciudades más importantes del mundo.
El barrio chino o Chinatown es un área entre la Avenida Juramento, la Calle Arribeños, la Avenida Monroe y la calle Montañeses, a metros de la estación Belgrano "C" del ferrocarril.
La zona surgió alrededor de la década de 1980 con el establecimiento en el barrio de familias de inmigrantes chinos y taiwaneses.
Es visitado por su oferta gastronómica y cultural: restaurantes, supermercados de productos orientales, excelentes pescaderías y verdulerías, locales de manga y animé (historieta y video japoneses), objetos de decoración, etc. En la zona se encuentra, entre otras instituciones religiosas, uno de los pocos templos budistas de la ciudad (Templo Chong Kuan, Montañeses 2175).

ME QUEDÉ EN PAMPA Y LA VÍA...
Para llegar al Hipódromo Nacional, que entre 1887 y 1911 funcionaba en la zona del "bajo Belgrano" comprendido por las calles Libertador, Monroe, Rubén Darío (prolongación de Campos Salles) y vías del Ferrocarril Belgrano, los aficionados viajaban en los tranvías que llegaban hasta la Av. Vertiz y La Pampa, y de ahí en adelante el camino había que recorrerlo a pie.
En 1895, Carlos Wright, incorporó un ramal llamado "La Combinación" que partía de Pampa y Vertiz, iba por Pampa hasta la calle Blandengues (hoy Libertador) hasta Republiquetas, con lo cual pasaba por el Hipódromo Nacional. De Pampa al Hipódromo se pagaba un boleto de ida y vuelta de 10 centavos.
Era muy común que luego de no acertar ninguna carrera no se tuvieran los otros 10 centavos para tomar el tranvía para el centro. Eran muchas las personas que se quedaban varados en Pampa y la vía del ferrocarril.
Se cuenta que por el año 1900 un hombre que volvía del hipódromo sin un centavo empezó a interpelar a la gente "Señor, me quedé en Pampa y la vía; ¿Puede ayudarme para volver a mi casa?".
Es así como nació en Belgrano el famoso dicho: "Estar en Pampa y la vía". Es una de las formas más gráficas del porteño de admitir que no tiene un peso o de gritar su condición de arruinado.